domingo, 12 de abril de 2009

Back in the USSR


Comprobado: el morbo del ser humano no tiene límites.


Leyendo el otro día la revista de una compañía aérea me encontré con que la mayor atracción turística de Lituania es un antiguo búnker soviético en el que al entrar retrocedes en el tiempo y te encuentras inmerso en un mundo en el que la URSS sigue manejando el destino de medio mundo.


El turista tiene la posibilidad de pasar dos horas siendo humillado y por lo visto esto genera muchísima atracción. Un elogio al maltrato y la estética rusa que despierta un inusitado interés.

Al ingresar en el bunker de Naujasode, el paseante es interceptado por un agente que le recuerda a gritos que allí dentro el capitalismo no existe: debe dejar todos sus utensilios modernos y vestirse con el último grito de la moda soviética (gris, negro y verde musgo)

Tras un saludo a la bandera roja, el turista debe firmar un documento en el cual se establece que quienes acepten ingresar a los pisos inferiores no podrán denunciar ni relatar lo que pase dentro.

Como bienvenida, los visitantes son sometidos a un interrogatorio al cual es conveniente responder sólo de dos maneras: sí, por supuesto o no, para nada. Aunque las preguntas remiten a datos básicos sobre la vida privada de cada turista, se producen malos entendidos y contradicciones que pasan a elevar la tensión. No contento con ello, el oficial de la KGB que encara el interrogatorio hace poner a todo el grupo de paseantes frente a la pared. Gritando con autoridad y con un arma en la mano espeta: “me dirán quién es el responsable del robo de la fábrica”. En minutos, con sus rudas preguntas, encuentra a un turista dispuesto a asumir el robo con tal de que finalice el martirio. El “culpable” es separado y los demás deben realizar ejercicios físicos mientras escuchan propaganda oficial.

Por lo visto el realismo es asombroso: el guardia que lo ejecuta lo hace a la perfección; los gritos y las órdenes tienen la naturalidad propia de quien se dedicó toda la vida a la misma tarea. Al finalizar el recorrido, el visitante se enterará de que no se trata de un actor sino de un viejo soldado, que tras el fin del comunismo, se quedó desocupado y se dedicó al vodka. Por aquellas ironías de la vida, se le contrató para realizar ese oficio para el que fue preparado: interrogar.

“Algunos se ponen a llorar. Eso significa que hacemos bien nuestro trabajo”, confiesa el encargado de lograr las confesiones.

Esta peculiar atracción se llama “soviet tour” aunque en el país se promociona el circuito con el nombre de 1984 en homenaje a la novela de George Orwell, quien dijo que para esa fecha el mundo estaría dominado por regímenes totalitarios. En los países de este lado de la ex cortina de hierro se difunde como “Survival Drama in a Soviet Búnker” o “Lenin World”.

Según la empresa que lo financia: “Es una lección de historia, con el objetivo de concienciar a la gente de la incipiente nostalgia soviética”.

Esto no queda aquí, visto el éxito del invento, la próxima creación será una excursión de dos semanas donde se realizarán trabajos forzados y ofrendas florales para el monumento de Lenin.

Por si hay algún morboso interesado el coste de esta experiencia es de unos 200 euros.


Qué menos que hacer un homenaje a la canción de los Beatles:


“Back in the USSR”




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